Me prometí a mí misma no volver a escribirte y ya me ves. Dedicándote unas líneas para decirte adiós. He intentado ser tu amiga, he intentado que esos años que compartimos quedaran en una amistad, he intentado no joder los recuerdos bonitos con aquellos que no lo fueron tanto.
Pero me odias: me lo dices como si tal cosa, como si el sentimiento de odiar fuera lo más normal del mundo. Y no lo es, créeme. No es sano odiar. Te produce un malestar que te corroe por dentro.
Como he comprendido que ya no puedo hacer nada más por ti, tengo que decirte adiós. Ódiame si quieres, si de esa forma eres feliz.
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