Le da demasiado miedo.
Durante el día lo disimula pero,
al caer la noche, llega el mareo.
Vulnerable, como el tallo de una amapola
o la gota de rocío que se evapora.
Y, a veces, llora.
Se debería sentir fuerte
como la mujer de verde
que dice ser.
Pero es una polilla
con pánico a volar.
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