"Una tarde otoñal, con el frío metido en las venas, compartía sus horas de descanso al lado de su querida abuela."
Desde pequeña, a la vuelta del colegio o el instituto, me pasaba por la casa de mi abuela, antes de llegar a la mía. Allí, siempre con un beso y una sonrisa, mi abuela me preparaba mi trocito de pan cateto y mi onza de chocolate Santa María. Y es que, ya desde pequeña, descarté el sabor del dulce chocolate Nestlé, y me decanté por algo más delicioso, y andaluz. Este chocolate, hecho en Málaga y denominado Producto Andaluz, es una de mis debilidades culinarias. (No he podido encontrar nada en internet sobre este chocolate, pues creo que es totalmente artesanal).
También lo son todos los platos que mi abuela cocina: cocido, malcocinado de batatas, etc; incluso un huevo frito, con su ajito y su aceite, es una delicia para los sentidos.
Y es que, yo me he crecido al lado de mi abuela. Ella me ha enseñado a comer bien: nada de dulces grasos, nada de precocinados. Siempre buenos platos de cuchara. Cómo la quiero.
Ella me crió, dormía entre mis abuelos cuando mi madre me dejaba para ir a trabajar, y siento verdadera debilidad por ella.
Hoy, como hago todos los fines de semana que vengo a mi pueblo, voy durante unas horas a su casa. Aunque apenas hablamos, siento que su cara se ilumina, porque, al igual que yo, siente debilidad por mí. Sin embargo, una nube asola su cabecita gacha. No recuerda: tiene alzheimer. Siempre pregunta mil veces lo mismo. Pero yo, lejos de impacientarme, le respondo con toda mi buena fe, una y las veces que hagan falta. También intento que recuerde, y a veces lo consigue.
El alzheimer es uno de los peores males del siglo XXI. Te roba algo que nunca va a volver a recuperar el ser humano: el yo. Te roba tu pasado, te nubla tu presente. Sin embargo, el alzheimer tiene diferentes fases, y a veces, el olvido es de un tiempo relativamente inmediato, o de un pasado más lejano en el tiempo.
Mi abuela, por ejemplo, recuerda perfectamente todas sus vivencias de niñez y juventud, pero no consigue acordarse de si me vuelvo el domingo o el lunes para Málaga.
A veces quiero ayudarla, me pongo a hablar con ella para que su mente se mantenga despierta, pero el halo del olvido asola sus recuerdos más próximos, y nada de lo que le digo se queda inmortalizado.
Sé que hay casos peores: personas mayores que no se acuerdan ni de que han muerto sus maridos, o hechos similares.
El alzheimer es, realmente, junto al cáncer y al sida, uno de los mayores males en cuanto a enfermedad se refiere. He querido recalcar que hablo de la enfermedad, puesto que, considero que el mal fundamental que asola por desgracia nuestro planeta es el hambre.
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Este post lo escribí el 18 de Noviembre, en mi antiguo blog del diario Qué. Como últimamente el alzheimer está conquistando los últimos resquicios de memoria que le quedaban a mi abuela, y con sabor amargo, se lo vuelvo a dedicar: Te quiero muchísimo, abu-mamá.
Un saludo, y gracias por leerme.
Rocío Segovia.
4 aleteos de polillas:
Hola.
Por aquí estoy. He leído tu post. Me ha gustado mucho.
Saludos
Muy buen post. Es triste ver la "ausencia" obligada de la gente que quieres. Tu tienes la suerte de tenerla viva todavía y de intentar que recuerde, intentar que viva con los recuerdos que todavía están dentro de ella y que acuden s su mente de vez en cuando.
Yo he dedicado varios posts a mi abuela y uno de ellos con el ingrediente principal, el chocolate. Me gustaria que lo leyeras.
Bienvenida a mi blog y celebro te guste.Tu blog tambine me gusta y lo visitaré de ahora en adelante.
Un abrazo
increiblemente tierno
demuestras un gran corazon, gotiquilla
se nota que la quieres mucho
El alzheimer es una grandísima putada. Para mí es peor que una enfermedad. Te borra recuerdos, y eso es de lo poco bonito que le queda a un ser humano.
Besos polilla...
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