
Chocolate Lips

Besos de chocolate a través de un mensaje embotellado.
Palabras de amor y granos de café entreverados.
¿Miedo?
miedo a tenerla junto a mí,
sentir todo su ser,
besar toda su piel,
es algo que nunca me perdonaré,
ya nunca.
Hoy no estoy triste... o quizás sí. Tal vez siempre ande tristona por la vida... A lo mejor... Simplemente es que soy así.
Un saludo.
Punto fijo

Punto fijo
Borrosidad convertida en llanto
y una mirada que se aleja del mar:
será porque lo que más amo
se vuelve espuma y sal.
Punto fijo en el horizonte,
una luz parpadea al final
a la memoria viene el polizonte
que hace años se quedó atrás.
Varadas sirenas de cantos fingidos,
negros, como el cielo infinito,
contemplando los restos aldehídos
de mi coraza: me debilito.
Punto fijo, arena que se lleva el viento
a otros lugares alegres,
poniendo comas y acentos
a nuestras muchas memeces.
Aguaceros, mareas, tormentas
y algo más que un simple adiós:
es la forma más violenta
del naufragio de los dos.
Rocío Segovia 2007 ©
La búsqueda
En la noria de la vida

Ayer olvidé los decimales

Lluvia en el ventilador del cuarto gris.
Unos pantalones cuelgan desde la garganta de Madonna.
No sé si es jueves o veintidós, ayer olvidé los decimales.
Hay un niño en el recibidor. Le he dicho que vaya al río.
En el negro lecho de una serpiente andadora, las historias del oeste son unos gritos frenéticos que aman a los políticos.
Ya no es primavera en el Corte Inglés, no está de moda. Ahora se lleva mirar a la cara y escupirse: ¡venga, animaos!
Qué triste estoy esta noche, voy a bailar rock and roll.
La pesadilla viene tras la persiana, corre, se oculta en los libros de arte. Mucho cielo y pocos capiteles artesanos.
Mierda, vaya canción más ridícula ponen en la aurora boreal. Me piro al océano, allí los delfines chillan, y yo puedo ver las langostas desde mi gran burro volador.
Chao, no sé italiano.
Rocío Segovia ©
Desnuda, con el Sol y con la Luna

El cuerpo, desnudo sobre la verde pradera de margaritas, contempla en silencio a los dos astros por excelencia del Universo conocido: el Sol, la Luna. Antagonistas, amantes. Verdaderos escapistas. La noche, el día. Persiguiéndose hasta la Eternidad, protagonizando mareas y eclipses.



El eclipse. La unión de los astros. El amor.

Mezcla de deseo, mezcla del renacer.
Rocío Segovia 2007 ©
Tu corazón en tus manos

Noche azul, silenciosa,
rota de suspiros de alguien que llora,
recordándo los placeres de las aguas
cristalinas, negras: charcos de babas.
Flotando entre salivas algo emerge
con tus manos arrugadas vas hacia él.
No es más que el corazón de un triste ser,
muerto por ahogamiento: pecado por nacer.
Sientes al instante que algo te oprime
en el pecho de tu angustia: sangre
y ves el hueco del corazón que exprime
tu vida, cual muerto de hambre.
Erupción a borbotones del líquido carnesí
con coágulos abruptos se mezclan
dando vida a un sinfín de sesos de tí,
carne carcomida en la merienda.
¿Quién arrancó el corazón de su lugar
para traer a tus manos tu vida?
¿Acaso fue el dolor por recordar
lo duro que es amar sin heroína?
Otra de mis locuras, escrito el 21 de marzo de 2004... Como pasa el tiempo.
Un saludo.
Jet Black

Tus ojos no tienen luz,
ni brillo.
En mi corazón, la sangre fluye,
e inunda mi alma.
Gotas negras, azabache,
suenan al fondo de mi garganta.
La soledad de estar ausente,
entre cuerpos mecidos por el amor;
una oscura tristeza que me recuerda
una pérdida helada de un adiós.
Ahogado...
Desolado...
Belleza en tu cuerpo roto.
El mortal seductor en tu lecho.
Hoy no puedes decir al oído
que el negro azabache es la salvación.
Olvidado en el negro.
Adiós...
Sólo un beso frío
No podía aguantarme más, y la besé. Sentí sus labios fríos en los míos pero también en mi alma empezó a abrasarme un deseo que no podía quedarse sólo en un simple pensamiento.
Nos mirábamos y no hacían falta palabras. Aunque podía adivinar lo que pensaba: "te he deseado durante tanto tiempo, y ahora, por fín, eres mía".
Durante un segundo, mi mente estalló. Sin más, sin mediar palabra, caímos en la locura y el frenesí de dos personas que durante tanto tiempo se había deseado, sin demostrarlo. En estos minutos, todo se detuvo, excepto nuestras manos y cuerpos. Éramos una. Un solo cuerpo, con dos lenguas y cuatro manos. Todo lo que pasó lo recordaré siempre.
La ropa cayó en un baile frenético de desmedidos movimientos. Ahora estábamos desnudas. Ahora no había forma de ocultar esa verdad tan obvia que se escondía entre las piernas. Éramos dos mujeres con una pasión acumulada. Y ese era el momento de echarla fuera.
Como en un exorcismo, bailamos toda la noche alrededor de nuestras caderas, y al llegar el alba el beso volvió a ser frío. Nunca más volveré a bailar agarrada, pero este dulce recuerdo siempre me acompañará en las noches heladas.
Si hacéis click en la imagen, podréis ver el último videoclip de La Media Luna.
Un saludo.
Rocío Segovia.