Una agencia de comunicación lanza una campaña para promocionar una localidad de 12 habitantes
Cristóbal Sangüesa va camino de convertirse en una estrella de la era virtual. Tiene 86 años, un huerto donde siembra "cuatro patatas y cuatro pepinos" y muchas ganas de dar palique a cualquiera. Nunca ha salido de Miravete de la Sierra, un pequeño pueblo en Teruel, en la comarca del Maestrazgo, donde el viento hiela la piel y las caras son siempre las mismas. Por eso le apetece hablar con desconocidos.
-El pueblo tiene un puente romano [en realidad es medieval] ¿eh? Muy bonico.
Por si fuera poco, Miravete tiene 12 habitantes y está dejado de la mano de Dios. Perfecto para la agencia de comunicación Shackleton, que ha hecho que Cristóbal aparezca en Internet enseñando su pueblo a través de un paseo virtual. Un cicerone perfecto.
El proyecto es promover el turismo de este enclave perdido a través de una web (www.elpuebloenelquenuncapasanada.com) y cuatro anuncios de televisión que se emiten en canales temáticos como Calle 13 y Fox. El portal vio la luz el pasado lunes y ya lleva 36.907 visitas.
Los internautas se han vuelto locos, no paran de reírse y les falta tiempo para enlazar la web a sus blogs. Atención: se pueden comprar muñecos que son réplicas de cada uno de los 12 habitantes (180 euros), se puede comprar una teja de la cubierta de la iglesia (10 euros) y se puede jugar a ordeñar cabras que, cuando uno menos se lo espera y con mala leche, vuelcan el cubo. El embrollo, que ha perturbado la paz del campo, tiene un eslogan sugerente: "Miravete, el pueblo en el que nunca pasa nada". La música: la Tarara. Esto es el remate. Pablo Alzugaray, director de Shackleton, se explica: "Estábamos buscando un pueblo minúsculo que no tuviera nada para hacerlo famoso. El que más nos gustó fue éste, sobre todo, por la acogida de sus habitantes cuando les explicamos la idea. Es un experimento de comunicación". ¿Un experimento? ¿Hay detrás alguna marca famosa? "No puedo decir nada. Dentro de unas semanas se podrá desvelar todo, pero el objetivo, sin ninguna duda, es dar a conocer el pueblo". ¿Una tomadura de pelo? "No hay ningún objetivo malsano. No puedo desvelar más".
Cristóbal, el lugareño, está al teléfono. Ha llegado a casa después de estar con las gallinas. Le hace gracia verse en una web. En el paseo virtual presenta a todos los habitantes de Miravete. Las chanzas no faltan: Cristóbal explica que las moscas son tan tranquilas que parecen una imagen congelada, que hasta las películas de acción se lo toman con calma, que la famosa del pueblo no es una paisana, sino la fuente, que salió en la tele hace 20 años... "No hay un lugar mejor para encontrarte a ti mismo", reza la página. Lo más importante es que llegue el dinero y que los dos hoteles rurales alojen a turistas. Dios lo quiera. Si sirve para que Miravete mejore... "Eso digo yo", concede Josefa. Y se le escapa un "ay, hijo mío". "Pero el pueblo es como otro cualquiera", insiste Josefa al teléfono. "No, eso no", se escucha por detrás a otra persona.
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