Susurrarte un te quiero mientras duermes.
Acariciarte la espalda y bajar.
Tus manos en mis piernas, subiendo.
Esa sonrisa tonta que nos sale, así, por la cara.
Los brindis, siempre iguales: ¡por nosotros!
Despertar a tu lado de la siesta del domingo.
¿Para qué queremos más,
si la vida nos regala
estos pequeños placeres?
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