The power

Estudio en estos momentos a una de las familias más influyentes y poderosas de la Europa renacentista: los Médicis. Fueron tipos con suerte, negociantes que arriesgaron sus pequeños caudales en la Banca de la época. Jugando a ganar. Prestando dinero a los que menos tenían y ganándose por ello el favor de los artesanos ínfimos, que cuando el primer Médici revolucionario, Salvestro de Médici, se sublevó contra el poder, no dudaron en seguirlo.

No sé si yo el remedio fue peor que la enfermedad. He leído en varios libros la palabra dictador, pero también que la familia a partir de entonces gozó del favor popular. ¿Ocurre lo mismo en Venezuela, no?

Uy, otra frase que me recuerda a esos países tan castigados por un régimen dictatorial. En esta ocasión la dijo Cosme de Médici, tras haber vivido en el exilio, y haber vuelto por aclamación popular. El tal Cosme era un tanto rencoroso, y aniquiló sin piedad a sus enemigos. Se excusaba diciendo: "Vale más ciudad devastada que ciudad perdida".

Es cierto que, posteriormente, llegaron los Médicis humanistas: Lorenzo el Magnífico y Cosme I. Éstos dejaron atrás la violencia y dedicaron su influencia para hacer grandes avances científicos y artísticos. Fueron los grandes mecenas del Renacimiento italiano.

Bien podrían aprender esos avariciosos que no sueltan el poder y que únicamento lo utilizan para devastar sus patrias. Menos ego y más humanismo.

Polilla dixit.