La polilla no tiene la belleza de la mariposa.
Sin embargo, la vida le ha hecho más fuerte.

Nevermind

Recuerdo la primera vez que escuché a esos locos melenudos. Yo acababa de cumplir mis dieciocho años. Era la época de rebeldía. Por aquel entonces yo no sabía que aquel rubito de ojos azules se voló los sesos por culpa de Courtney Love, ni tampoco sabía que eso pasó cuando aún ni tenía diez años. Luego me han contado que la noticia salió en todos los telediarios. Pero yo era demasiado pequeña y en vez de preocuparme los sesos esparcidos por un almacén de leñadores, me centraba en mis dibus de Mofli y en los puzzles.


Con dieciocho años la cosa cambiaba. Hasta sentía pena por aquella víctima de unos padres violentos y una esposa loca... Pero luego comprendí que uno es dueño de su propia vida, por muchos problemas ajenos que te vengan. Y entonces me enteré de la adicción de Kurt, de sus horas y horas pegado a una goma y a una cuchara, recalentando un polvo de amapola que, en la mayoría de los casos, sólo conduce a la muerte. La droga de los pobres, la que asoló mi pueblo en los años 90 y también se llevó la vida de muchos jóvenes en todos los rincones del país. La droga que hace que te olvides de que la vida es una mierda.

En el verano de 1991, hace ya veinte años, el grupo con el nombre de un estado de ánimo -se puede traducir como ‘desatar’ (en referencia a los nudos de la mente) o como extinción, calma, quietud, desaparecer, cese, soplo de una vela (en donde la llama representa las pasiones incontroladas y se apaga)- sacó a la luz el que sería su disco clave, el que los haría comercial y los conduciría a su extinción. Sí, con este disco, por mucho que digan, el espíritu grunge se extinguió. Las multinacionales se tiraban los trastos para conseguir un contrato millonario. Las entradas valían un ojo de la cara. Y los tres componentes comenzaron a desquiciarse. Al escarceo con las drogas se sumó la desidia: horas y horas de carretera, ensayos, minutos en off con una jeringuilla en el brazo... e instrumentos destrozados. Era su forma de decir: ¿qué importa todo? ¿Qué importan estos instrumentos? Tenemos dinero a raudales. ¿Qué mierda importa todo esto cuando en mi interior lo único que siento es rabia?

Por eso, cuando ya no vio en el horizonte una salida, Kurt Cobain cogió su escopeta. O eso dicen. Siempre quedará la duda. Fue él. Fue Courtney. Fueron sus fans, sus jefazos, la sociedad.

Qué importa ya. Tenemos su legado. Sus letras. Sus gritos desgarrados.
What's the matter? Nevermind.

1 aleteos de polillas:

$MK dijo...

Yo recuerdo escuchar el "Smell like Teen Spirit" en la radio y no sé porqué siempre meneaba la cabeza =P

Y tambíen estaba centrado en puzzles y en Mofli al mismo tiempo.

Un saludo!

 
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