Este texto que reproduzco a continuación circula ya por internet, aunque fue la revista Rolling Stone en su web (rollingstone.es) quien lo ha recopilado. Sorprende leer esta declaración y las supuestas acciones de una policía de un país "democrático" en pleno siglo XXI. Un país avanzado, del "primer mundo", que, como leemos en el siguiente cartel, deja acampar para ver a una adolescente chillona pero no para protestar. Al final será verdad eso que dije hace tiempo... y tendré que ir comprándome un billetito para otro planeta más civilizado.
“¿Con esos pantalones de maricón cómo vas a encontrar trabajo?”
Marcos Rebollo es periodista y profesor. Tiene 35 años. Nació en Santander y vive en Madrid. El pasado 15 de mayo se sumó a los miles de manifestantes que exigían en la capital un cambio de rumbo económico y político de nuestro país. Eran (y son, porque muchos de ellos siguen en la calle) manifestantes de izquierdas.Sin embargo, Marcos no volvió a casa aquella noche. Durmió en una celda de la Brigada de Información de laComisaría de Moratalaz. Fue detenido, junto con otros 18 mayores de edad (dos chicas, 16 chicos), minutos antes de llegar a su domicilio. “Ya había terminado la mani y me dirigía a casa. Andaba por calle Carretas [céntrica vía de Madrid] y se empezó a liar: me tropece con un contenedor ardiendo, bomberos, antidisturbios… Me iba a volver, pero entonces vi a un policía golpear a un chico con una bandera de la CNT. Le dije: ‘Bestia. ¡No le pegues!”. Y ahí estuvo su delito. Según afirma, escasos treinta segundos después, dos policías secretas, uno de ellos con la cara tapada haciéndose pasar por manifestante, se abalanzaron sobre él. Lo tiraron al suelo y lo llevaron a un coche. “Cuando ya estaba atado me dijeron que eran policías”, anota Marcos. Durante el trayecto hacia la comisaría, la cabeza de Marcos fue repiqueteando en el cristal que separa a los policías nacionales de los detenidos. “Llevaba las manos atadas e íbamos muy rápido”, cuenta el entonces arrestado.
Continúa: “Una vez en Moratalaz, nos obligaron a sentarnos de cara a la pared. Si girábamos la cabeza o los mirábamos a la cara, nos daban una colleja. A mí me cayó una. Nos pidieron un teléfono y el nombre de una persona con quien quisiéramos contactar. Pasadas dos horas, y todavía sentados en los pasillos de cara a la pared, pregunté que cuándo podría llamar. Los policías rieron a carcajadas. ‘Tú has visto muchas películas yanquis’, me soltó uno”. Las salidas de tono e injurias de los policías, según informa el manifestante, fueron constantes: “Se burlaban de nosotros. ‘¿Con esos pantalones de maricón cómo vas a encontrar trabajo?’, le dijo un policía a otro de los detenidos, que vestía pantalones bombachos. ‘Juventud sin futuro [nombre de uno de los movimientos de las protestas] ¿Cómo vais a tener vosotros futuro, pandilla de desarrapados?’, despotricaba, divertido, otro. Pasaban por detrás de nosotros: a uno le pisaron las manos.
Rebollo señala el abuso de autoridad de algunos agentes de policía (“a los que no podría reconocer porque o mantenían su cara tapada o no nos dejaban mirarlos a la cara”, puntúa). “Uno de los chicos tenía la nariz rota y le hicieron esperar siete horas hasta que lo vio un médico”, asevera. La detención se alargó hasta el martes por la mañana. Sólo liberaron antes a uno, porque tenía problemas del corazón. Los ya 18 detenidos abandonaron la comisaría un día y dos noches después de pisarla, a las 9 de la mañana y rumbo a los juzgados de Plaza Castilla. El juez los dejó en libertad, pero Marcos aún se enfrenta a los cargos de desacato a la autoridad e intento de agresión a un policía. Lo niega todo: “Se inventaron los cargos. Los rellenaron delante de nosotros y no fueron nada rigurosos”.
Algunos de los 19 detenidos en Madrid (en realidad fueron 24, pero a cinco de ellos se les trasladó a otro lugar por ser menores de edad) van a estudiar esta semana si denuncian a la policía, por maltrato y falsedad de la denuncia. Rebollo, de momento, está asimilando lo ocurrido. “Me sentí dentro de una peli de una dictadura”, dice. Remata su testimonio con la historia de otro de los jóvenes arrestados: “Venía de jugar al fútbol. Sólo quería coger el tren en Sol, pero acabó dentro de una furgoneta policial. Cuando los agentes vieron su mochila y encontraron una camiseta sudada y un balón, le espetaron: ‘¿Pero tú de dónde vienes, chaval?’. ‘Pues de jugar al fútbol. Ya os lo he dicho’, contestó él. Y los policías respondieron: ‘Pues ya no te podemos soltar. Así tienes algo que contar a tus nietos”.
ROLLINGSTONE.ES se ha puesto en contacto con la comisaría de Mortalaz para contrastar este testimonio, pero en su departamento de comunicación no han querido valorar el asunto: “Si los detenidos creen que la actuación policial no fue la correcta, deben denunciar al agente en cuestión y será el juez el que decida quién tiene razón. Aunque normalmente el juez siempre falla a favor de las autoridades. Este tipo de denuncias después de una manifestación son muy habituales”.
1 aleteos de polillas:
Por eso a los policías se les llama maderos, porque tienen la cabeza llena de serrín.
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