Despierto, y en mi cabeza se mezclan dos melodías, las dos conocidas, las dos tan apreciadas por mí. Una, la marcha fúnebre de Chopin, la otra, una canción de la que no sé el título, y apenas la letra, sólo un tarareo constante “no te puedo olvidar, lo siento…. “
A última hora de la tarde recuerdo estos pensamientos matutinos, y me pongo a buscar el dichoso título. Sabía que era de Sidonie, pero no que se llamaba igual que el título del post. O al contrario, este post es bautizado así por la canción que, al abrir los ojos, se mezcló con una melodía triste pero elegante… Si no estoy loca, poco me falta.
En mi celda acolchada
tienen mi cabeza vendada,
me espera una sesión de electroshocks
para que recupere la razón.
En mi camisa de fuerza
escucho hablar tras la puerta.
Los médicos preparan la poción
es una dosis superior si por favor.
Lo sé: es horrible el sabor,
pero ya verás te sentirás mejor.
Perdón, no me presente,
soy la paciente de la celda tres.
En la pista de baile
danzamos canciones en braille
aquí los locos lo pasamos bien
con un aguijón en nuestra sien.
Siento calambres hermosos
en mi sistema nervioso,
nada de esto me hace efecto ya,
ya que no consigo olvidar.
Dime porque estas aquí
que recuerdo quieres extinguir.
Te van a lobotomizar,
la enfermera empieza a conspirar.
No te puedo olvidar
lo siento no te puedo olvidar.
Aunque lo nuestro se acabó
brillará como una estrella que murió.
Mentí, yo no te olvidé
y sé que esto me va a enloquecer.
Soy yo el intenso fulgor
que ya no ves porque alguien lo apagó.
No te puedo olvidar
lo siento no te puedo olvidar.
Aunque lo nuestro se acabó
brillará como una estrella que murió.
Los olvidados, Sidonie.
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