Ya casi se borró el recuerdo. Sin embargo a veces llegan a sus oídos voces que se asemejan a la que cree recordar como suya. Tantos años. Tantas lágrimas.
A veces se despierta, sudorosa, en la neblina de un pasado que jamás será futuro. Recorriendo los recovecos en los que él se albergó, huyendo del olvido. Ella quiso olvidarlo. Enterrarlo en lo más profundo de la tierra literaria. Pero lo único que consiguió fue inmortalizarlo, convertirlo en un personaje de ficción de un cuento tenebroso. El protagonista de la historia. El Romeo por el que no vale la pena morir. Y sin embargo, en ocasiones, recuerda el ronquido de una voz.
Y se imagina otras voces. Voces que jamás ha escuchado, ni escuchará. Voces de gentes que no existen más allá de unas líneas emborronadas. Voces que le encantaría conocer, a pesar del temor de su voz, la interior, la que le dice que no oiga. Caer en el mismo error de oír una voz...
Y enamorarse de ella.
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