"Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal..."
Hace ya muchísimos años, leí este fragmento de Platero y yo, en casa de mi abuela, en un libro ya gastado por el paso del tiempo. Mis ojos, casi de color azabache, brillan como esta piedra preciosa, que adorna el espejo de mis reflejos. A través de mi iris azabache la gente ve mi mundo, pero no me ve a mí. Cosa comprensible. Mi mundo es azabache, y en la oscuridad sólo yo puedo ver.
Sin embargo, esos ojos azabache se me quedaron grabados.
Un saludo.
Rocío Segovia.
1 aleteos de polillas:
Dios está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero. Llueve.
Publicar un comentario