Salid, lágrimas mías, ya cansadas
De estar en mi paciencia detenidas;
Y siendo por mis pechos esparcidas,
Serán mis penas tristes mitigadas.
De mil suspiros vais acompañadas,
Y por tan gran razón seréis vertidas,
Que si mi vida dura por mil vidas,
Jamás espero veros acabadas.
Y si después, llegado el final día
Do por la muerte dejaré de veros,
Hallase algún lugar mi fantasía,
La alma, que aun en la muerte ha de quereros,
A solas sin el cuerpo lloraría
Lo que en vida ha llorado sin moveros.
Diego Hurtado de Mendoza.
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