La inspiración desaparece

Monkey see, monkey do...

... Cuando el estrés aparece. Al menos eso me sucede a mí. Bueno, tampoco es que no tengo nada de tiempo para ponerme a escribir nada que no sea gramática, literatura... Vamos, lo que suelo hacer aquí, pero con un cierto orden. Porque no es lo mismo aplicar en mis escritos lo que sé de gramática y literatura, que estudiar por qué un verbo puede ser impersonal o no dependiendo de la interpretación, o quién demonios fue Pérez de Ayala y por qué se confesaba católico y luego escribió un libro enterito criticando a los jesuitas. Vale, vale, esta actitud me recuerda a alguien, así que igual lo puedo entender.

Hoy por fin me he desprendido de ese hijo mío llamado trabajo sobre las personas gramaticales. Al soltarlo sobre la mesa del profesor me he sentido como si, de repente, adelgazara esos millones de kilos que me sobran, y volviera a ser persona. Pero la felicidad se ha borrado al cruzar el umbral, pues en la siguiente clase hay otro profesor deseoso de conocer mis opiniones sobre su materia; o al menos lo que saqué en claro de unas exposiciones que me sonaron a chino, a las 8'30 de la mañana y con la cabeza en una parte donde las sábanas flotan al compás del filósofo. En resumidas cuentas, qué asco de vida. Mejor dicho: qué asco de Bolonia. Ahora los alumnos saldremos formados en el arte del trabajo en cadena: una pieza de gramática, otra de teoría de la literatura, otra de latín (pequeñita, que es una lengua muerta) y otra pieza de literatura intercambiable por un maratón de Gran Hermano. El resultado estará en los chinos a partir del 2011, si todo sale bien. ¿Eso era lo que buscaba cuando renuncié a una buena nota en selectividad por seguir mis sueños?

Espero que ese 7 y medio me sirva al menos para colarme algunos puestos en la lista del paro.