El siguiente ejercicio de escritura se titula "El voyeur". Este relato está basado en alguien que conozco... Puedes ser tú, o igual no. Quién sabe. Como es largo, lo voy a ir publicando por entregas, como las novelas de antaño. ¡A leer!
A se va a dormir, se oyen los pasos desnudos sobre el parqué. Ha sido un día agotador. Lo he visto salir a la calle como una decena de veces. Creo que está enamorado: algo en su mirada lo evidencia, como si hubiera despertado de un coma de años, ya no es un animal en hibernación.
A vive justo encima de mi habitación, también de alquiler. Hace tres años que somos vecinos y apenas sé nada de él. Siempre evita mirar a los ojos, yo creo que anda herido. Como yo, es demasiado tímido para sonreír a extraños y cuando nos cruzamos en el rellano cada uno mira en dirección a sus zapatos. Sé que su profesión es muy parecida a la mía; desconozco, no obstante, por qué la eligió. Yo soy una filóloga con alma de escritora que se dedica a corregir borrones de otros. Todas las mañanas, poco antes de las ocho, A coge el ascensor y cierra luego la puerta con sumo cuidado. Yo salgo cuando lo veo traspasar la tienda de Manuela.
Esta mañana, no obstante, la fiebre me ha impedido acudir a mi cita con la coherencia y la cohesión. Mi curiosidad me ha llevado, sin embargo, a hacerme un ovillo en el sillón orejero que hay al lado de la ventana, taza de té y pañuelos en las manos. A eso de las ocho menos diez, escuché el susurro de la puerta de la entrada. Luego lo ví desaparecer calle abajo. Volvió una hora después, cargado de periódicos.
Continuará...