Cuando te digo que te quiero lo hago pensando que no te merezco, que he tenido mucha suerte al dar contigo por casualidad. Que el cielo, el destino o algún dios hindú se aliaron aquel día de verano para que te fijases en mí. Que la providencia, la Santísima Trinidad o el aburrimiento estival propiciaron que yo me fijase en ti.
Soy afortunada porque el Amor se demuestra con hechos, y a pesar de que nosotros nos lo digamos poco, lo sentimos ahí, casi pegado a nuestra piel, rozándonos los hociquillos con su varita mágica.
0 aleteos de polillas:
Publicar un comentario